CATESISMO PARA NIÑOS Y MENOR BAUTISTA
Los Catecismos, han sido
una herramienta valiosa dentro del pueblo de Dios para su instrucción y la de
sus hijos. Este recurso usado de manera abundante por la iglesia del Señor para
hacer y edificar los discípulos de nuestro Salvador según el mandamiento de
nuestro Señor (Mt.28:19-20), sigue teniendo su buena utilidad hoy.
El formato que distingue
un catecismo es particular. En primera medida, se reconocen por la forma de pregunta
y respuesta que siempre llevan. Así, estos documentos se prestan para ser
puntuales y fáciles de asimilar para quien juiciosamente se acercan, esperando
encontrar una fuente de instrucción en la fe. Además, están fundamentados en
las Escrituras, en los versículos más precisos del tema que abordan, dándole al
estudiante, esos testigos bíblicos más claros en los que puede descansar la
doctrina Bíblica.
El Catecismo para Niños -que
encontrará en la primera parte de este librito-, es más bien un resumen básico
del Catecismo Menor, que a su vez es una versión pequeña del Catecismo Mayor.
Por supuesto hablamos que todos estos documentos tienen su origen en la magna
Confesión de Fe de Westminster, documento distintivo de la teología reformada.
Así, para su mayor y mejor estudio se creó el Catecismo Mayor para servir de
base de enseñanza sistemática de las doctrinas Bíblicas y luego su Catecismo
Menor para los aprendices.
Sin embargo, la Teología
Bautista de la Reforma, pese a que honró dicho documento casi en su totalidad,
no suscribió algunos puntos de la Confesión de Westminster, estableciendo, en
aquellos asuntos cuya comprensión bíblica es distinta, los argumentos de la
confesión particular de su fe. Así, finalmente y apoyados en otros documentos,
surgió la valiosísima Confesión Bautista de Londres de 1689, que representa los
postulados de los Bautistas de la Reforma.
Los Catecismos de este
librito, que en su original están basados en la Confesión de Fe de Westminster,
han sido adaptados según la Confesión Bautista de Londres de 1689, de manera
que expresa dicha postura confesional. Siempre esperando que estos esfuerzos en
verdad den fruto en la instrucción de los creyentes y, según la gracia de Dios,
en la instrucción sistemática de los hijos y niños que se levantan a nuestro
alrededor.
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