Lázaro era un buen hombre, convertido, creyente, regenerado,
santificado, un amigo de Cristo, y un heredero de la gloria. ¡Y sin embargo
Lázaro estaba enfermo! Entonces la enfermedad no es una señal que Dios está
disgustado. La enfermedad tiene por intención ser una bendición para nosotros y
no una maldición. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas
les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados." "Sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente,
sea lo porvenir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios."
(Romanos 8: 28; 1 Corintios 3: 22, 23.) Dichosos aquellos que pueden decir
cuando están enfermos: "Esto es obra de mi Padre. Debe ser algo
bueno."
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