Me
parece que uno de los mayores obstáculos intelectuales con los cuales los
hombres son impedidos de abrazar el principio regulador, es que éste involucra
la idea de que la iglesia y su adoración son ordenadas y reguladas en una
manera diferente del resto de la vida. Para el resto de la vida Dios da grandes
preceptos y principios generales de Su Palabra, y dentro de ciertos límites de
estas direcciones, les permite ordenar sus vidas como mejor les parece a ellos.
Él no les da direcciones a cada instante acerca de cómo ellos edificarán sus
casas o cómo seguirán sus vocaciones seculares.
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