Aunque
la institución de la familia, después del pecado en el Edén, se ha visto
atacada por múltiples factores que buscan abatirla, somos testigos que en las
últimas décadas, la familia ha sufrido un mayor ataque y desde varios
frentes.
Como
cristianos no somos en nada ajenos a esa problemática pues desafortunadamente
los anti valores de esta sociedad han permeado nuestras familias.
Lamentablemente hemos extraviado mucho de lo que deberíamos tener en claro en
cuanto a la familia, sus propósitos, su orden, los roles de cada miembro y
más. ¿Hemos de sucumbir? ¿Estamos destinados a dejarnos llevar por la corriente
destructora de este mundo?
¡No!
El evangelio de Cristo nos provee con toda claridad los principios
suficientes para tener familias fuertes, estables, que glorifiquen a Dios y
sean de gran beneficio para cada uno de sus miembros.
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